domingo, 31 de agosto de 2014

Las series de tv en España igual a: Torres de bloques Lego.

Ante el inminente estreno de la nueva temporada de Águila Roja el jueves 4 de septiembre de 2014, me ha venido a la mente realizar este pequeño artículo de reflexión donde pararme un poco a comentar el panorama televisivo español, sobre todo en cuanto a series se refiere, y es que hay algo que me da bastante pena del sector en este país y que, por ejemplo, no sucede en otros como Estados Unidos o Reino Unido sin irnos demasiado lejos.

Y es que aquí, con todo el respeto y sin acritud ninguna hacia los guionistas, parece ser que los que escriben, idean, ingenian o inventan las series españolas (sobre todo las más actuales, de unos años para acá), son seres que fabrican por encargo, como quien construye con bloques de Lego, una torre de algo que ni ellos mismos saben cómo va a acabar y que si tiene la suerte de mantenerse en pie cuando llevan construida la mitad de la misma, en lugar de ir preparando ya el tejado para finalizarla, siguen subiendo metros y metros hacia el cielo hasta que obviamente la torre no se sostiene y acaba cayendo, o quedando en pié con andamios y remaches para que no termine de caer. 

Dicho de otro modo, se regurgitan historias que, en muchas ocasiones, son hasta atractivas y tienen potencial, pero a medida que se desarrollan van perdiendo fuelle y sentido en pos de contenidos que son más un mero relleno que un argumento sólido que aporte algo a la idea original. Me vienen a la mente muchos ejemplos: El barco, El Orfanato, Los Serrano, Los Protegidos y otras tantas series que empezaron con una idea estupenda y atrayente que, una vez han enganchado al espectador, se pierden en tramas ridículas, pueriles y carentes de riqueza para la trama principal haciendo de esta una absoluta secundaria.

Por ejemplo, Los Protegidos era una serie muy ambiciosa, un proyecto muy interesante que se presentó como una especie de x – men a la española, y cuando digo a la española me refiero al costumbrismo patrio, que no llegó a encajar porque acabó perdiendo en un hilo argumental insostenible en el que la trama principal (saber porque tenían esos poderes y cuál era el misterio en torno a ello) acabó convirtiéndose en una especie de historia familiar donde solo importaban las mierdas que les pasaban en la escuela a los niños, las gracias sin gracia de la vecinita y casera pesada que caía más gorda que una granizada de verano y por supuesto el intentar liar a los dos adolescentes de la casa manteniendo cierta tensión sexual no resuelta… Todo lo demás, se iba incorporando en los capítulos con pequeños detalles de minutos para luego en el último capítulo de temporada, y con suerte en el penúltimo, se escupiera todo a granel y se solucionaran pequeñas cosas dejando un montón de cabos sueltos para una temporada más, unos cabos que obviamente no acabarían por resolverse nunca.

Los Serrano es otro ejemplo manifiesto de la incapacidad de algunos guionistas para concluir una serie que no podía ser más sencilla. Se trataba de una maldita comedia a la española, que pretendía hacer reír con las situaciones de una familia obligada a convivir bajo unas circunstancias curiosas en las que una madre y un padre se casan y se van a vivir juntos con sus respectivos hijos. Pues bien, algo tan sencillo como eso, acabó convirtiéndose en un chicle insípido en el que el título de la serie perdía su razón de ser. A parte claro está de volver a caer otra vez en el “puterio” que tanto parece gustar en este país de juntar a medio hermanos, tensiones sexuales no resueltas… Esas mierdas.

No voy a ponerme a comentar todas las series que empezaron bien y acabaron como el culo, El Orfanato me parece una de las peores y más podres series que se han podido hacer y uno de los trabajos de menor calidad que se han hecho jamás en este país, porque empieza planteando una historia súper chula y acaba siendo un festín de tetas, culos y pectorales de los lechoncillos que surgen de la cantera de jóvenes actores; y así lo demuestran los trabajos posteriores de muchos de ellos donde, se escudan en el carácter social, rompedor, de denuncia y demás pijadas, para salir en pelotas o fornicando unos con otros para que el espectador que los ha visto en la tele en sus series respectivas y que ansía verlos en pelota, se quede contento… Ejemplo práctico, Mentiras y gordas, película que reúne al más selecto abanico de actores guapos españoles para desnudarlos todo en la gran pantalla, obra por cierto cuyo libreto rubrica nuestra querida ex ministra González Sinde, en una entusiasta labor por acercar al espectador el “terrible” mundo del ocio juvenil.

Pero me podría pasar horas criticando todo esto, y me voy a dejar en el tintero casos casí más atroces como Los Hombres de Paco, que eso ya…. TE – LA. Pero bueno, la cosa es que el jueves empieza Águila Roja otra vez, y en este caso la serie aún sigue manteniendo cierto nivel; bien es verdad que ha sido muy maltratada por TVE y que son rollo 4 o 5 las temporadas que lleva en antena; pero ya está empezando a flojear severamente. La última temporada, y la anterior, me parecieron un absoluto despropósito de rellenos inconsistentes donde el héroe principal, Águila Roja, quedaba relegado a un segundo e incluso tercer plano en pos de dar protagonismo a las andanzas de las criadas, las meteduras constantes de pata de un personaje que me encanta pero que están empezando a cargarse que es Satur y las maldades súper malvadas de gente como El Comisario, o el Cardenal o la Marquesa, que nunca reciben castigo y que se empeñan en jugar a una ambigüedad que ya no les pega sobre si son tan tan malos o si tienen su corazoncito.

No me voy a meter con la fidelidad histórica de la serie, obviamente me gusta y la veo con lo ojos que hay que verla, se trata de una ficción basada en un marco histórico concreto y apoyada en unos personajes reales pero alejada completamente de lo que en realidad fue. Me toca mucho las cosas de tocar que haya gente que critique la vestimenta, la época y demás fantasmadas cuando se trata de una serie hecha para lo que es, joder si Águila Roja para balas con la espada. A nadie se le ocurre criticar una serie americana de estas características por ridícula o absurda que nos parezca, simplemente la vemos y la disfrutamos. Pues bien, con Águila Roja, España consigue al menos en apariencia acercarse a esos formatos se series americanas en las que prima la acción y la aventura. Era innovadora y fresca, aventura conclusiva en cada capítulo y apoyada por una trama detrás de venganza rollo Batman que estaba muy bien.

Oíd… Una temporada duró la idea, porque me da a mí que los guionistas ni se esperaban de lejos que la serie triunfaría, por eso se ideó rápidamente una segunda temporada que acabó dibujando un camino donde la madeja de tramas que se hilaron para estirar el chicle rollo culebrón, se han acabado liando y dejando nuevamente, firma española por supuesto, la idea originaria en pos de las aventuras sexuales de ciertos personajes y los rellenos de historias insípidas. Ahora, comienza una nueva temporada con cientos de tramas abiertas, un montón de personajes a los que ya no pueden pasarles más cosas, una trama central en la que te pierdes y ya no recuerdas ni que es lo que busca Gonzalo, un montón de rellenos donde las protagonistas son las criadas y otros personajes secundarios y hasta terciarios, un estiramiento total del rollete enamoramiento entre Gonzalo y Margarita, un estiramiento atroz e insostenible del famoso incesto entre hermanitos…

En fin, que en 5 temporadas o 6 que deben llevar, la trama no ha avanzado una mierda, seguimos donde estábamos al principio, Gonzalo buscando vaya usted a saber el qué, y siempre que encuentra alguna pista o parece que consigue acercarse a la verdad, sucede algo que aletarga otra vez (sin cerrar tramas anteriores) el argumento principal. Y vuelta a empezar.

Señores guionistas, he tenido el placer de escuchar no hace mucho en cierto festival literario de mi tierra a uno de sus colegas, participante entre otras de series de El Orfanato o Los Protegidos, decir un montón de estupideces que se me caía la cara de vergüenza ajena y me quedó clara la idea con la que trabajan muchos de ustedes… “Vamos a hacer esta mierda, a ver si mola y nos ganamos cuatro duros… si mola, y nos piden más, amos haciendo hasta que la cosa ya no mole y cuando llegue ese momento cerramos y a tomar por culo, qué más da que queden cabos sueltos… decimos que todo es un sueño a arreando”

Pues no debe ser, las cosas se empiezan y se acaban, las historias como en los libros y en el cine tienen un principio y un final, vale más cerrar un producto que tiene éxito pero cerrarlo a lo grande para empezar otro de similares características que alargar el mismo hasta la saciedad cansando a los propios actores que acaban abandonando la serie por desidia absoluta, y a los espectadores. Aprendan de aquellos maestros y de aquellas grandes ideas con principio y final, gente como Antonio Mercero o Vicente Escrivá, señores que ingeniaron unas series míticas que quedarán en el recuerdo por siempre y que empezaron y se despidieron con el éxito más grande y en su mejor momento antes de comenzar su posible decadencia (Farmacia de Guardia, Manos a la obra…)

Las cosas han de empezar y también, aunque joda, deben acabar; porque si no nos encontraremos con mierdas como el final de Los Serrano, el Final de la serie Perdidos u otros tantos cierres que mejor habrían quedado guardados en el cajón de la productora. En fin, ya me desahogué, ya veremos a ver lo próximo que comento.



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